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El coraje y la pasión de Tato Contissa

Por Alberto «Beto» Asurey (Periodista, publicista, cantante, poeta y autor) el 27 de enero 2012.

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En los mostradores, las mesas de redacción, en los estudios de radio, en los bodegones y en cada uno de nosotros va a faltar desde hoy la ternura, la iracundia, el coraje y la pasión de Tato Contissa.

Se nos fue el Tato y con el perdemos un Argentino y un Peronista de los que ya quedan pocos.

Independiente pierde un hincha furioso y el pensamiento nacional un hombre que no midió riesgos en la defensa de la Patria.

Compartir con Tato una conversación obligaba a quien participara en ella a ir al caracú de las cosas.

Ser prudente o especulativo era peligroso si el interlocutor era Tato.

En cuanto descubría que uno estaba calculando o ahorrando coraje era inmediatamente mandado a la mierda sin más miramientos.

Desde los primeros tiempos de la revista Movimiento hasta las últimas  ediciones de “Condenados al éxito” y “Días como flechas” Tato siempre fue Tato.

La estéril discusión entre periodistas independientes y periodistas militantes siempre le resultó digna de desprecio.

“Acá no se trata de militancia o ecuanimidad, acá se trata de ser digno y verdadero, o ser un cagatintas y un cipayo”. Así de simple eran las cosas para Tato.

Perro adentro o perro afuera.

Dejó obra como para hacer dulce.

Fue ensayista, poeta, novelista y escritor de guiones cinematográficos.

No hay que raspar mucho para encontrarlo en sus trabajos. Hoy  muchos de los que se le atreven a Clarín y a la corpo periodística, tomaron prudente distancia de Tato cuando escribió “El juego del  ahorcado” y “Salven a Clark Kent”.

Solo con los cojones de Contissa se podía pensar en meterse con empresas periodísticas  y periodistas empresarios que hacían gala de su poder y su decisión sobre vidas y hacienda en la Argentina de fines de los noventa y principios del dos mil.

En sus “Macanas Puras” el Tato feroz y combatiente de las crónicas políticas dejaba lugar a un aguafuertista amoroso.

El amor a sus amigos, a las calles de Buenos Aires y el Cono urbano, a los personajes que las habitan, a las mujeres que las transitan cobraban toda su dimensión.

Con “A Latina” nos dejó a todos con la boca abierta. En ese ciclo de televisión la poética y el periodismo se juntaron para parir verdades a lo bestia. Como toda la obra de Tato no fue fácil conseguir aire para su emisión. Demasiado peronista decían algunos, muy jugado dirían otros. Y Tato ante esos comentarios como en la segunda parte de Matrix, atacó con la segunda batería de programas con un Contissa recargado.

Si lo buscaban lo encontraban y si no, el se encargaba de buscarlos.

Sus asados eran obras de arte, la terraza de su casa un mirador desde donde se disparaban canciones, charlas, poesías y sueños.

Hoy se fue Tato Contissa, si alguien sabe en qué frecuencia transmiten desde el cielo pasen el dato, ni en pedo me perdería el programón que deben estar armando con el Negro González.

Entre muchas cosas que supimos compartir estuvo el amor y la admiración por Miguel Hernández, entonces Tato acá va mi despedida;

A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero

que tenemos que hablar de muchas cosas

COMPAÑERO DEL ALMA COMPAÑERO.

Poema del Tato Contissa

 

Tato Contissa  escribió esto algún noche del año 2005 en un mantel de Lalo de Buenos Aires.

 

El tiempo nos anda por debajo

Nada ni nadie detiene los pasos que no damos

¿viene la muerte?

¿se va la vida?

Qué importa, que otra cosa importa que el transcurrir inexorable

El tiempo siempre triunfa

Y siempre es su derrota

 

 

El camino nos anda por debajo

Y nuestros pies apenas si fingen el camino

Yo que soy andante sin destino

Dejo mis pies quietos para que anden

 

 

 

 

 

Un Backstage sobre el peronismo y los medios

Este artículo ha sido publicado en el primer número independiente de la revista CONTRAEDITORIAL en respuesta a una opinión publicada por Pablo Sirvén.

Ni el peronismo es una entidad hierática ni el sistema mediático es un agente de la cultura que no haya sufrido profundas modificaciones especialmente en los últimos sesenta años. De manera que ofrecer un inventario de contactos mutuos a los largo de sus historias es, cuanto menos, una ingenuidad epistemológica.

Es que la aventura de un ensayo sobre las relaciones entre peronismo y medios es demasiado valiosa como para reducirla a la metáfora de la película siempre vista.

Justifica a quienes siguen esa vocación por la simpleza, el hecho de que la sociedad contemporánea no ha dado, ni en la Argentina ni en el mundo, una revisión sobre la naturaleza de la relación de los sistemas mediáticos con procesos históricos que impliquen revulsión política y social. En el país, precisamente, nadie (que conozca) se ha ocupado de la relación entre el sistema mediático argentino y el peronismo, considerado éste un fenómeno político y social de identidad única en la última mitad del siglo veinte.

Los intelectuales europeos se encuentran encarcelados en las categorías filosóficas y políticas acuñadas a la luz de sus propios procesos históricos. Estas lentes se han mostrado siempre incapaces para observar fenómenos políticos en América Latina y el Tercer Mundo. Con los argentinos, y con la mayoría de los intelectuales de la Argentina, la posibilidad de la excusa se hace menos posible.

Mirar al peronismo en relación con los medios de comunicación es, en primer lugar, la toma de un caso de la dialéctica natural entre los sistemas sociales y lo procesos históricos. Una dialéctica que si no se desarrolla de manera reversible nos puede hacer caer en el error de tomar las categorías del sistema como las categorías del análisis. Es lo que sucede cuando se mira esa realidad desde las ventanas de los grandes diarios o de las inefables pantallas del sistema mediático o desde el cine de la película reiterada.

La reversibilidad requerida, por otra parte, implica también considerar las categorías surgidas como consecuencia del desarrollo de ese proceso histórico llamado peronismo y que no es otra cosa que una cultura, es decir, a su vez, otro sistema.

En segundo lugar, algunas observaciones preliminares respecto de ese sistema mediático resultan imprescindibles para la comprensión de la relación que indagamos. Decir, por ejemplo, que el sistema mediático no es homogéneo y que en él pueden observarse localizaciones, alturas, es decir áreas topográficas diferentes, todas ellas irreductibles a la variada naturaleza tecnológica que presenta y no desdeñar la dinámica de la historia con los cambios sustanciales que ha provocado en todo el sistema de la cultura. Quiero decir con esto que la alta concentración de medios, por caso entre otros casos, es un estado al que hay que atender mucho más que a la simple división entre medios audiovisuales y prensa gráfica, puesto que la construcción de la agenda se uniformiza independientemente del soporte técnico que la exprese (radio, TV, primeras planas).

Tampoco puede dejarse de  recordar que dentro de ese sistema mediático, una diferenciación funcional llamada periodismo actúa como reconstructor de los fenómenos de opinión pública y del resto de los subsistemas de representaciones que tienen como fanal, fuente y escenario a los medios de comunicación de masas.

Verdad de Perogrullo ésta última, que es religiosamente reemplazada en el discurso y la conciencia por la idea absurda de que el periodismo es un transmisor de realidades puras sobre las que se practican ciertas técnicas de producción.

(Ver nota: Reflectores, encandilados y enceguecidos)

Toda vez que recuerdo en voz alta que el sistema mediático en cualquier país de Occidente es una estructura operativa simbólica de la democracia burguesa, los ojos de un sinnúmero de colegas pierden ese brillo de progresismo que suele iluminar las más  de sus observaciones acerca de la realidad.  Un asombro que anida en la ignorancia de que el capitalismo y su sistema de generación simbólica están decididos a albergar, pero en versiones descafeinadas, a todo el espectro ideológico de la humanidad. Dicho de otro modo, igual que con el colesterol, es posible imaginar la existencia de un nacionalsocialismo bueno y uno malo, de un capitalismo bueno y uno malo, de un socialismo bueno y uno malo. Los buenos son los sistémicos, los malos aquellos que alojan fuera del sistema y “lo amenazan”. Atentos con la palabrita.

Si en algo el peronismo conserva su estigma revulsivo es justamente en el hecho de que, a diferencia de lo mencionado, no registra en el sistema mediático y en la concepción del periodismo hegemónico una versión buena, aceptable, sistémica. En ese sentido sigue siendo como lo caracterizara el  decir de John W. COOKE: “ el hecho maldito de la argentina burguesa”.

Siendo así no habría que explicar cosa alguna para asentir en el hecho de que el peronismo y los medios no se llevan, no pueden llevarse, naturalmente son antagónicos.

Es el sistema tiende a eximirse de explicaciones que lo conviertan en un polo, una opción, una posibilidad o uno de los extremos de una dialéctica. Su posición hegemónica lo lleva a producir significaciones que consoliden sus visiones parciales y su cosmovisión como únicas. Así los conceptos de “economía” siempre se resuelven dentro del universo conceptual de la economía capitalista, su concepto de “ciencia” lo mismo, como cualquier otro discurso propio que se establece como discurso dominante primero y excluyente después.

De manera que, puestos el dios y los altares, prontamente la cuestión de la posición divorciada entre el sistema mediático y el peronismo se explica en términos del ataque y las restricciones que el peronismo ha realizado, efectivamente, a la libertad de prensa.

Conviene detenerse en esta cuestión puesto que por sí es capaz de explicar una de las razones por las cuales la naturaleza de lo mediático procede naturalmente a indisponerse contra cualquier manifestación de insurgencia y viceversa.

Dije bien, que el peronismo ha atentado ocasional y no tan ocasionalmente contra la libertad de prensa. Ha cercenado esa libertad, ha aplicado censura, ha presionado sobre los medios a veces sistemática y a veces furiosamente.

No curiosa, sino lógicamente, el peronismo ha realizado con mayor violencia esa política en los períodos de su historia en los que más peronista fue. Digo, especialmente, en los dos primeros gobiernos de Juan Perón.

Si aceptamos que, al menos por partida de nacimiento, los gobiernos que componen el decenio de Carlos Menem son peronismo, digamos que en sentido inverso fue en esos, los años del peronismo menos peronista de la historia, cuando más se facilitó la libertad de prensa y la relación de los grupos económicos y de poder con el sistema mediático. Desde la privatización de los medios en manos del Estado, hasta la ruptura de las trabas legales para la constitución de monopolios multimediáticos pasando por la archiconocida “cadena de la felicidad”, fue durante ese período en que más se gozó en el país la libertad de prensa.

Ahora bien, hay una distinción que el sistema no hace, que la prensa no hace, que los periodistas no hacen, que los politólogos y comunicólogos no hacen. Una distinción central que nadie hace. No son ni la libertad de prensa, ni la libertad de expresión los fundamentos de la libertad ciudadana que los principios democráticos necesitan garantizar. El derecho base a garantizar, derecho que le da sentido a la libertad de expresión en general y de entre ellas a la libertad de prensa, es el derecho a la información. Se trata del derecho esencial del ciudadano, para su toma de decisiones, para el ejercicio de su libertad, para la garantía del sistema y la transparencia en el ejercicio de los poderes y potestades que confiere.

Si se mide bien, habemos infinidad de casos en que la libertad de prensa de los medios de la democracia burguesa implican cercenamientos flagrantes al derecho ciudadano a la información.

Si es cierto que el peronismo no ha sido campeón de las libertades de expresión y prensa, también es cierto que sus gobiernos no han sido los mejores y emblemáticos en el ejercicio de la censura, la restricción o el cercenamiento de esas libertades. Podría hasta mejor afirmarse que se ha mostrado en las más de las veces bastante torpe para el ejercicio de la regulación, la censura y la restricción de esas libertades si se lo compara, por ejemplo, con los períodos del fraude o las dictaduras cívico-militares de la segunda mitad del siglo XX.

La respuesta es sencilla: sólo los verdaderos poderes que operan detrás de los cortinados de esa versión de la democracia tienen el derecho y la potestad de ejercer censura, regulación y cercenamiento, en última instancia a su propia prensa y a su propia libertad de expresión. Lo hará a través de las presiones económicas o a través de sus gobiernos, de urna o facto, que de ambos han tenido.

De manera que, repito, la razón de la mala prensa del peronismo respecto de la prensa se explica si somos capaces de reconocer la pertenencia del sistema mediático por origen y por cultura al modelo democrático burgués por un lado, y al carácter insurgente y revolucionario del peronismo frente a ese modelo. El resto resulta de la interacción de ese sistema con el proceso histórico, de ella, la experiencia individual y colectiva del periodismo se tinta en enfrentamiento, temor y antipatía natural al peronismo. De generación en generación, de maestros a alumnos, de la escuela a la Universidad, de derecha a izquierda según las categorías de mapeo político del Occidente europeo, para un periodista no debe haber nada peor que un peronista.

También está cierto y claro decir que el peronismo jamás supo qué y como hacer en el sistema mediático, casi como decir que jamás tuvo seria política de medios.

Para ser más exacto, revisando la historia, el peronismo no ha sabido cuando ha podido y no ha podido cuando ha sabido.

Hasta ahora.

Por las circunstancias que fueren, el golpismo mediático que azota a América Latina bien podría ser una razón, el gobierno peronista de Cristina Fernández de Kirchner ha interpretado la oportunidad y se dispone, con “la amenaza”  de una Ley de Radiodifusión de la democracia, a democratizar la palabra pública. Todas las luces rojas de emergencia del sistema se han encendido, “el hecho maldito” vuelve a conmocionar al “establishment” que ha medrado con el mamarracho jurídico de la ley de la dictadura.

El peronismo había traído en sus albores otras voces al escenario de la política. Insolente y “procaz” para los que detentan la palabra pública, ahora quiere ponerlos en igualdad de ley frente a todas las voces del presente, inclusive a aquellas que no le son propias. Demasiada democracia para quienes sentados a ver películas repetidas en el cine, desconocen las técnicas reveladoras del Back Stage.

 

Macanas Puras

Este libro puede adquirirse actualmente en Editorial Punto de Encuentro: Macanas Puras – Punto de Encuentro

Fue publicado en 2009.

Una lectura amable de los relatos y reflexiones de tato Contissa nos lleva a una primera comprobación ajena a esas frivolidades y pobrezas típicas del presente: hay en ellos una interrogación, la de situaciones, personajes y escenarios que son definitivamente argentinos.

Estas macanas pueden imaginarse como comentarios para ser leídos frente a un micrófono.

Para mi gusto, al principio, después de la señal, en seco, sin tanda, cortinas, separadores ni presentaciones, a fin de lograr atención, que es como tener al oyente en un puño, obligado a escuchar cuando todo lo condiciona a estar sordo. En este reino actual del conductivismo, el pensamiento de Contissa recuerda, remite pero también continúa a Mordisquito y a Wimpi, lo que resulta políticamente muy incorrecto para el pensamiento único y muy necesario hoy en día para que la sociedad sacuda su modorra.

Sin caer en el lugar común de que pintar la aldea es pintar el mundo, las reflexiones de Contissa, que a veces son relatos, se refieren a cierto Ser en el sentido heideggeriano, cierto Sein y también ciertos seres propios de una Argentina que en gran medida ya no existe, y sin embargo existe.

Tato Contissa

Periodista, investigador, ensayista, poeta, docente universitario, hombre de radio…

Tato Contissa nació en 1954, en Ingeniero Jacobacci, Río Negro. Se crió en Buenos Aires, donde hizo sus estudios primarios, en el San Juan Evangelista de la Boca, y el secundario en el Nacional N° 1 Bernardino Rivadavia de Lomas de Zamora.

En 1984 se recibió de Licenciado en Periodismo de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Trabajó en Radio Excelsior y en Radio Belgrano y dos años después de recibirse se mudó a San Carlos de Bariloche. Allí, donde nacieron sus dos hijos, desempeñó funciones de docente en distintas escuelas secundarias, trabajó en FM del Lago (1987) y en Melodía (1988) y fue Director Prensa del Municipio de San Carlos de Bariloche durante el gobierno de César Miguel.

A fines de 1998 empezó a viajar a Buenos Aires para dar clases en la Facultad donde se recibió. Fue docente de Teorías de la Comunicación (1998- 2005) de Radio I y II (1999- 2001) y titular de Problemática Periodística (1999-2011) y del Seminario “Periodismo Crítico” (2007- 2011). Además fue Secretario de Extensión Universitaria de la Facultad entre 2005 y 2006.

En 2003 trabajó en la Secretaría de Medios de la Nación, y entre 2004 y 2005 fue Vicedirector de Radio Nacional.

Entre 1998 y 2000 escribió La Dictadura del sí Mismo y La caída de los Medios, dos ensayos de publicación académica. Además publicó El Juego del Ahorcado (2002) y Salven a Clark Kent (2005), ambos por Ediciones Corregidor. Su último libro, una edición de ficción, fue titulado Macanas Puras y publicado por la Editorial Punto de Encuentro.

En 2005 tuvo un programa de radio llamado Las tres de última y en 2006 otro llamado Mejor que decir, ambos por Radio Cooperativa. También allí, a partir de 2007, formó parte de Condenados al Éxito, programa que estuvo al aire 5 años, en la mañana de Radio Cooperativa primero, y en la Voz de las Madres después. 

En 2006 protagonizó A LATINA, un periodístico de entrevistas televisivo, escrito y guionado por él y producido por SADOP y Mulata Films. El programa fue emitido en sus dos temporadas por los canales Telesur y Encuentro.

A fines de 2010, sin dejar Condenados al Éxito, fue conductor de Días como Flechas por la tarde de la AM 750.

Falleció el 27 de Enero de 2012, rodeado de su familia y amigos. Fue despedido por su gente querida el 28 de Enero en el Cementerio de la Chacarita.

Inolvidable, Tato Contissa

Por Diego Olave (Compañero de radio, amigo) el 27 de enero de 2012.

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Están los buenos tipos, los jodidos, los leales, los traidores, los generosos y los mezquinos. Existen los que dejan una huella y los intrascendentes. Pero pocos son llamados a ser inolvidables…y Tato lo es.

Esta en cada paso que damos, en la copa de vino que junta a los amigos para parlotear de las macanas más profundas.

Alguna vez me dijo: “la vida es esto, dieguito: juntarse con los amigos, calentarse por un partido de futbol, amar profundamente, no soportar las injusticias. Así de simple”.

Durante los últimos cinco años hacíamos todas las mañanas nuestro programa de radio y día a día me abrió todas las puertas de su corazón con una enorme generosidad: primero la del compañero de trabajo, después la del amigo, la del consejero y  finalmente la de su familia, fue mi padre en la gran ciudad.

No me daba el piné para discutir con semejante intelectual; eso era propiedad se sus grandes amigos como el “Negro González o el “Beto” Asurey.

Me alcanzaba con escuchar y aprender. Y también reírnos mucho de sus ocurrencias.

Me acuerdo que una vez estábamos en un boliche por almorzar y a Tato le sirvieron una copa de vino tinto caliente porque la botella “dormía” al lado de la cafetera. Contissa llamó al mozo y le dijo: “flaco: o me traes hielo o le hechas los fideos, pero esto así no se puede tomar”. Así de calentón y de ocurrente era Tato. Claro que al mismo mozo no le escatimó moneda a la hora de la propina.

Seguramente pasaré a engrosar la lista de soldados que no dejarán que queden inconclusos sus proyectos; ni que su obra desaparezca. Eso seria imperdonable.

Cada paso, cada gesto, cada palabra de Tato era una enseñanza y jamás bajó las banderas, ni  aún en sus últimos días. Porque a Tato la vida se lo llevó, pero que quede claro que no lo venció y esa idea de no claudicar -a quienes lo amamos profundamente- no nos abandonará nunca y lo hace a Contissa simplemente inolvidable.

Cada línea de este texto me demuele el alma; después de la muerte de mi vieja no sentí tanto dolor como en estas horas.

Gracias por darme tanto amor a mí y a mi familia.

Como duele extrañarte, Tato, como duele.

Buen tipo, Tato

Por Martín Granovsky (periodista) el 28 de enero de 2012.

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Era lindo pelearse con Tato Contissa. 

El tipo te provocaba, te hacía entrar, disfrutaba del entrevero y después siempre abría todo: la cabeza, la comprensión, la sensibilidad, el afecto.

Digo esto porque a veces es difícil pelearse bien incluso entre amigos y compañeros.

Con Tato las diferencias se convertían en mayor riqueza, en una diversidad que nos apasionaba y que siempre dejaban a salvo dos cosas: el cariño personal y el acuerdo profundo en las cosas de verdad importantes.

Dos cosas que a medida que uno se hace veterano valora cada vez más.

Me gustaba mucho, por ejemplo, cuando Tato, peronista de alma, citaba a su viejo, peronista de la Resistencia, cuando le decía que no había regocijo en matar y que lo importante era el trabajo entre los de abajo.

Lo citaba al viejo en la radio, en Días como Flechas, el programa que condujo en la AM750 desde septiembre de 2010.

Lo escuchábamos y hacíamos ping pong con él al aire Pancho Muñoz y Marisú Papaleo, y también Germán Marcos, que lo vio muy mal a Tato estos días y dijo que se iba de vacaciones sintiendo que se había despedido de él.

Amante de la literatura, fanático de Leopoldo Marechal, enfermo grave del flamenco, hincha de Independiente, porque la gente también tiene defectos aunque se muera, Tato decía que él no era periodista sino un tipo de radio.

Claro que era un tipo de radio, y de los buenos, un conductor nato que puede ponerle su impronta a un programa, pero yo siempre le decía que sí era un periodista. Para mí ser periodista no es ni bueno ni malo.

El punto es si uno es bueno o malo.

Tato tenía una gran ventaja: la honestidad intelectual. Exponía su posición pero nunca trucaba los datos o los ocultaba, y de ésos no hay muchos.

En radio yo, como novato del medio, aprendí mucho de él. De ésos, de los que se puede aprender porque no mezquinan su experiencia y la cuentan, tampoco hay muchos.

Lo conocí cuando era presidente de Télam y él conductor de Condenados al éxito, uno de sus programas.

Junto con Gabriel Mariotto participamos de muchas charlas y mesas redondas mucho antes de que saliera el anteproyecto de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Tato tenía una idea muy concreta de qué necesario era contar con pluralidad de medios y también una idea muy concreta de que había que construirlos o desarrollarlos. Y siempre le preocupaba transmitir esto a los menos veteranos.

Porque ésa era otra de sus cosas buenas: no sólo la generosidad de contar sino la obligación que sentía de hacerlo para que las experiencias no se perdieran, porque tenía claro que uno no vive solo en el mundo.

Buen tipo, Tato Contissa.

La muerte es una macana: Tato Contissa se tomó el piro

Por Carlos Daniel Aletto (escritor, docente universitario) el 27 de enero de 2012.

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Las nuevas tecnologías han logrado que nuestras ideas tengan una sobrevida. Uno entra en la página de Facebook de un compañero que se ha muerto hace unas horas y encuentra sus últimos comentarios, sus familiares y amigos le dejan un mensaje: el “muro” se convierte en un cenotafio donde los “amigos” se detienen unos segundos a rendirle homenaje.

Tato Contissa murió, me avisa Martín García, un amigo en común, quien me lo presentó. Corro a prender la máquina y veo en uno de sus perfiles (tenía dos) a Perón (sonriente) y comentarios de compañeros y amigos que se despiden, con la esperanza de que el FBI no censure en el Más Allá sus comentarios; y en el otro perfil (esto no es joda, es una de sus tantas macanas) la foto en blanco y negro de Evita (con el jopo y la mano en el mentón) y el nombre modificado: Tato Sintiza: “nació el 10 de octubre de 1945″. Miro el perfil de nuevo y no sé si reír o llorar o de pasar de la risa al llanto. La mierda es verdad que están cerca.

La publicación más reciente en este muro es mía: la edición digital de su último cuento publicado en Télam: “El pájaro peronista”: la historia de un zorzal que cantaba “la marchita”. Estábamos acostumbrados a que nos regalara macanas, de las macanas más puras. Casi todos los fin de semanas una “macana” suya aparecía en Télam. En esas macanas, Lomas de Zamora, “barrio” donde creció, aparece como escenario de sus pintorescos personajes. También las calles de Boedo, donde vivió (que difícil se hace hablar en pasado) sus últimos años.

Tato Contissa nació el 28 de agosto en Ingeniero Jacobacci (Río Negro) y poseía el arte de macanear libremente, de macanear sin engañar, sin dañar a nadie.

Porque esa es la esencia de la macana de Contissa: “es un desafío a la mediocridad del universo, y le corre con ventaja a la fantasía, porque lejos de querer distraer, toca pito, hace barullo al divino botón y además, es económica, no demanda palacios ni alfombra persas, se las arregla con un cajero automático, una esclusa de vereda, la raída carpa de un circo viajero o una pelota de goma.”

Así era la esencia de sus macanas: también algo incierto, porque a su poética Tato la consideraba “la madre de todas las macanas”.

Le gustaban las historias de barrios y las bromas.

Las escribía y te las contaba.

Sus cuentos son cortos pero sus conversaciones eran largas y entretenidas, como la de Sherezade o las del hombrecito del azulejo (quien también quería entretener a la muerte).

Por suerte sus macanas nos quedan, también un par de novelas inéditas, libros de ensayos, pero por desgracia sus conversaciones se fueron con él.

A lo último se agitaba al hablar, pero no dejaba de bromear, de reírse, de contarte alguna anécdota que te sacaba del embrollo donde tenías puesta la piojera.

Hace una semana, junto a la última macana que nos mandó, decía: “no dooy más”.

El tipo hablaba en serio.

Tato te habrás quedado sin tiza, pero mirá que has escrito y nos has hecho reír y emocionar como para no olvidarte —al principio con angustia, luego con una sonrisa— en la puta vida.

Adiós a Tato Contissa

Por Jorge Zuviría (Docente Universitario) el 27 de enero de 2012.

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El  periodista que acaba de irse supo ser de los más agudos investigadores de las últimas décadas; en otras  páginas se revisa su legado en la docencia, la radio y  la televisión documental.

Quiero recordarlo como amigo en las difíciles, como militante obsesionado con la causa popular y como hijo leal de la universidad pública que amó.

Construyó desde su barrio hasta la academia sus amistades de siempre, y conjugó con maestría el deseo y la fuerza de la lucha con la solidaridad personal tejida en silencio.

Un ejemplo el tipo, hay que agradecerle. Chau Tato

Amador

Por Santiago Aragón (Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires; Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNLZ) el 28 de enero de 2012.

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Amador. Así te tendrías que haber llamado. Y ningún gitano se hubiese ofendido. Quisiste todo y a todos. De a uno en uno a todos. El barro de la pasión te comprometió con todo lo que amaste y todo lo que amaste te agradecerá eternamente tu compromiso y tu talento. Lo que no te traía quilombo no te interesaba. A contramano  y plantado le quijoteabas a la realidad; y ganabas vos, siempre. De tan fácil que fue quererte se va a hacer difícil no saberte más. No encontrar tu risa gigante, que empezaba o terminaba cualquier discusión.

No encontrar tu inteligencia embanderando las causas justas, evangelizando con tu fe macha los gruesos silencios de ideas que asaltan a veces a los cagones y a los canallas. “Castigue Tato”  parecía decirte una voz que nunca supimos oír y vos empezabas a argumentar, a meter tus filigranas en todas partes y nosotros sabíamos que estábamos a salvo, porque tu voz nos defendía de tanta mierda. Pierna fuerte, cabeza levantada, así te conocí, así viviste, así acertaste y te equivocaste, así quisiste. Supiste demasiado y no supiste que hacer con todo eso. Se te cayó de los bolsillos,  de los cuadernos, todo ese amor que pusiste en cada cruce con la vida. Si te tuviera acá te preguntaría de donde carajo se sacan las palabras cuando el mundo se te anuda y los ojos se te nublan. Cuando inexorablemente se te empieza a extrañar y tu voz es un cacho de viento, severo y cabrón.

Con el único que no podías era con vos, al resto lo amasabas debajo de la suela. Pero vos no, viejo, vos te la hacías difícil. Siempre una pelea más, siempre el pero. De tanto querer no ser, fuiste el mejor. Un maestro es ese que tiene la respuesta a una pregunta que a uno ni se le ocurrió todavía.

Vos nos dabas las respuestas y nos corregías las preguntas.

A todas las palabras del mundo les van a sangrar las rodillas de rasparse contra tu ausencia. Se van a confundir, te van a llorar, se van a quedar mudas, para hacer juego con esta noche en que tu risa sólo contagia desde el recuerdo y tu voz nos florece en los adioses.

Son dos caminos, uno el de pensar en la pena con la que nos castiga tu raje, el otro es saber que tu vida nos deja la evidencia de que tipos como vos son posibles, están, existen.

Tu recuerdo pesa como tu ausencia pero engorda más rápido.

La muerte no entra en corazón tocado por amor, así lo soñó Macedonio y al lado de tu estampa la huesuda se vuelve chiquita, desdibujada, imperfecta.

Los sueños son los que van pariendo grandezas, el resto son pequeñeces. Fuiste grande, Tato, seguí soñando con nosotros que le vamos a sacar lustre a las penas hasta volverlas una sola alegría, redentora.

Y ahí sí, todo tu amor, todo tu amar, va a librar desde donde nos cuides, para todos los compañeros.