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En Roma como los romanos

La idea de someter la identidad es el certificado de defunción de la extranjería. No ser extraño en ningún lado es suprimirse como agente de una cultura. El hombre occidental moderno tiende a eso: pretende ser del mundo y cada vez es más de ningún lugar.

La prevención de no alterar el orden en casa ajena, no obstante, sigue siendo buena. Solo el asesino invade sin tener en cuenta el piso que lo sostiene.

El Baile de Nina

Ella lo ignora, su marido quizá lo sospeche porque siempre fue un cretino malicioso, pero en todo caso poco importa. Ni ellos, ni Tinelli, ni nadie cercano al «producto» han medido el efecto. Pero el efecto encaja en el diseño estratégico cultural del sistema.

Un giro de Nina, el primero, reduce a todos los movimientos sociales y organizaciones del pueblo ( numerosos, variados, multifacéticos y desconocidos para la mirada única de los medios) a la imagen del “piquetero €?. Con una pausa y dos pasos hacia el costado, Nina convierte una expresión política genuina y portentosa en una sola de las acciones que le marcaron la historia: el corte de calles. Porque es el “corte de calles €? lo único que el sistema mediático hegemónico rescató del fenómeno social que inexorablemente se abatía sobre la Argentina.

Por qué? Por qué los medios no reflejan las actividades de recuperación de tierras fiscales para vivienda de los, las negociaciones en materia de salud, la organización de comedores, bibliotecas y de unidades económicas familiares que proliferan en infinidad de rincones de los conurbanos del país?

Sencilla me sale la respuesta: porque eso es política, y para los dueños de los medios no se puede hablar de la política buena. Solo puede hablarse de la política en estado permanente de corrupción y solo se puede hacer política en el terreno de los medios. Nada de territorio, nada de barrios, nada de unidades de organización concretas. A la comunidad se la aglutina en colectivos que no las nombran en su originalidad, “la gente €?, “ los piqueteros €?, “los villeros”. Rara vez aparecen en cámara los dirigentes territoriales que la debacle económica forjó al rigor de la desaparición del Estado, casi nunca. Ni excepcionalmente aparecen los nombres de las organizaciones que las familias se dieron a sí mismas.

Es que ya casi no cortan calles, dejaron casi de hacer lo que hacen “los piqueteros €? y entonces es como si, para los medios, hubiesen dejado de existir.

Baila Nina sin saber que su vestido borra la huella trazada por centenares de miles de hombres y mujeres. Baila Nina para el aplauso fácil, para la risa infame, para el escarnio de los sectores medios, para cargar la romana de los que todo lo convierten en dinero.

Bailá Nina,  si es el derecho de tu sueño.

Pero que te digan los viles y los envilecidos que estás bailando sola.

 

La ficción del individualismo

La argucia principal del individualismo es hacernos sentir solos de una doble soledad: la soledad del éxito, de los pináculos, de la diferencia, de lo inigualable, y la soledad del miedo, de la paranoia, de la incomprensión. Nos compelen a sentirnos individuales para sustanciar el carácter individual y diferente del consumo, para sentirnos desamparados ante las fuerzas ocultas del destino amenazante de pobrezas, de fracasos, de desclasamiento, de oscuros abismos en donde recalan las últimas manifestaciones de la especie humana. Desde la promesa de triunfo nos distraen con sus abalorios y su cultura de realización por la vía del consumo. Desde el temor nos empujan a buscar manos férreas, sistemas de represión y soluciones finales a los problemas que originan la injusticia social y la disolución de los sentimientos de pertenencia.

La acción principal del individualismo es la de romper lanzas contra todo principio de organización colectiva, sea el barrio, la iglesia, el club, el Estado, o cualquier forma de asociación que filtre, distancie o medie entre nosotros (como individuos) y los aparatos de mediación sustentados por el sistema y que constituyen la estructura mediática hegemónica de las sociedades occidentales. No quieren competencia.

Cuando los medios hegemónicos le arrebatan la mediación a la política y se la otorgan a la clase política construida en sus fraguas es para practicar aniquilación de la herramienta en la conciencia colectiva, conciencia vivida, empero, individualmente.

Por eso nos tratan de “vos” frente a los micrófonos y las pantallas. Para que no sintamos que el hablar de los medios (así fue y será) es un hablar colectivo y que cada palabra lanzada tiene encerrada, por la multiplicidad y por la comunidad de culturas, todos los sentidos posibles.

Es la ficción de creer sin creer que somos los únicos destinatarios de la palabra pública.

Esta entrada fue publicada el Miércoles, 18 de Abril de 2007 a las 18:14

Nada se debe hacer todo el tiempo

La frase es escasa pero remite a la idea bíblica. Sin llegar al límite de lo herético, los grandes medios están “todo el tiempo” operando sobre la información, ya casi no se reservan esas acciones para los espacios editoriales y de opinión. Hoy, el “Banco del Sur” aparece y desaparece según se trate de La Nación o Clarín, el gasoducto se extiende en todos lados menos en Ámbito Financiero, y Chávez atenta furibundamente contra la libertad de prensa sólo en Infobae. Siempre es buena la variedad de ópticas cuando se acepta que los medios y los periodistas sólo hacemos un relato de la realidad.